Las grandes palabras


A menudo, las grandes palabras nos constriñen. Nos condenan a las cárceles del desapego y del vacío. Son palabras que nos arrebatan aquello que más preciamos en nosotros mismos. Debemos luchar contra las grandes palabras que nos amenazan.

Demonios en el jardín



¿Son los jardines la metáfora de mi destino? Siempre reflexiono en ello cuando estoy en uno.

En la foto, en el jardín de mi casa de Palautordera.

La orla de la incomprensión


Siempre he sido un incomprendido.

Ya desde que era estudiante tuve que soportar las continuas burlas de mis profesores, que siempre me decían: "Javi, tú nunca llegarás a nada". "¿Ni siquiera a profesor?", recuerdo que les respondía.

La sombra de la incomprensión siempre se ha cernido sobre mi cabeza. He sido un incomprendido para todos: para los lectores, para los editores, para los distribuidores, para los periodistas, también para los peluqueros.

Pero ahí que sigo.

El Arte


La gente, cuando me para por la calle, siempre me pregunta: "Javi, ¿por qué haces arte?". Y yo, invariablemente, siempre les respondo: "¿Acaso puedo hacer otra cosa?".


Creo en la literatura como la mayor de las artes. En la literatura como la expresión más profunda de la realidad. En la literatura como la sublimación de la vida. En la literatura como la única forma de elevación a la luz. Creo en mi literatura. Y por eso hago arte.


(En la foto, junto a un busto de Pablo Picasso. El busto es el de la derecha).

Sant Jordi


A menudo, la celebración de Sant Jordi se convierte en una reunión de famosos. En la foto, la reputada periodista Abigail Armengol me pide un autógrafo.

La firma



Todavía recuerdo la primera vez que firmé un libro como si fuera ayer. De hecho, fue ayer.

Salía de mi casa, apesadumbrado por el futuro de la literatura, cuando, de repente, me asaltó una fan. "¿Eres tú?", me preguntó. Y no tuve más remedio que decirle: "Sí, soy yo". "Siempre te he admirado", dijo. "Sigo tu trayectoria desde que empezaste a escribir. ¡E incluso antes!". Yo sonreí con la mayor humildad, antes de pedirle que continuara. "¡Qué rabia me da que nos hayamos encontrado así, de casualidad! Me hubiera encantado que me hubieras firmado uno de tus libros, pero, desdichada de mí, he salido de casa con lo puesto".

Le miré de refilón y vi que iba vestida con una gabardina llena de cristales de Swarovski, un foulard de leopardo y unas botas altas de piel de serpiente. Tenía una pamela ladeada sobre la cabeza y un lunar falso junto a la nariz.

"No te preocupes", le dije entonces. "Nunca salgo de casa sin uno de mis libros. De hecho, he salido con diez. ¿Cómo te llamas?" "Me llamo Esperanza", me respondió. "Bonito nombre", le aseguré. Y entonces estampé mi firma en el libro que le extendí ante su mirada de arrobo y admiración.

Aquella fue mi primera firma y, todavía hoy, la recuerdo como algo especial.

Capítulo 3


Capítulo 3 - Otras palabras

Después de los fallos técnicos en el vídeo anterior ocasionados por la incompetencia de mis tecnicuchos... ahora ya podéis escuchar todo aquello que quería contar