La conquista de París


Tengo un recuerdo muy preciso de la primera vez que pisé París.

Había aterrizado en Charles de Gaulle y había cogido un tren hasta la Gare du Nord. Salí a la calle y el corazón me dio un vuelco. Frente a mí, se hallaban los típicos edificios blancos con la buhardilla y el tejado de zinc que tanto había visto en mis sueños. Recuerdo que la piel se me puso de gallina y que quise romper a llorar, pero no me dio tiempo porque un mendigo se me tiró al cuello y me robó la cartera.

En realidad, fue poco lo que perdí comparado con todo lo que la ciudad me ha dado luego. Porque todo mi prestigio, mi reputación, mi reconocimiento y mis cazadoras de Balmain y Gaultier vienen del corazón de París.

3 comentarios:

  1. Suposo que en sortir del metro vas patir d'Stendhalitis aguda, síndrome florentina o digues-li com vulguis. Tan de bo en patíssim més sovint ;)

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  2. Para nada! Pillé un herpes como la copa de un pino. Yo creo que la culpa la tiene el ambiente bohemio que se respira...

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  3. mientras no te roben los calzones seguirás teniendo dignidad allí donde vayas! y no lo digo yo que lo dicen las mejores guías de viajes!

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