Berlín


La cultura germánica es, junto con la grecolatina y la Culture Club, la que más me ha influenciado de todas.

Tenía muchas ganas de volver a Berlín desde la última vez. Es una ciudad que me encanta por lo mucho que se parece a mí. Y es que, a pesar de todo lo que le ha caído encima, siempre mira al futuro.

Han sido varios días de absorción ininterrumpida. Como no tenía ninguna promoción entre manos, me he podido empapar de todo: de las calles más destartaladas, de los modernos de Prenzlauer Berg, del sexo en público de los parques, del punkerío de las Kultur Fabrik, de la desolación de algunos rincones.

Angela Merkel me llamó una tarde, pero no le cogí el teléfono. Estoy harto de que hablen del tema de la crisis. Con quien sí congenié bastante fue con una cantante curiosísima, llamada Katja von Kassel, que dio un recital estupendo de tecnocabaret.

No dejé de tomar apuntes el tiempo que estuve allí. ¡Lástima que en el aeropuerto de Schonefeld uno de los seguratas me quisiera requisar mi bloc! Me indigné muchísimo e incluso llamé a la Merkel para que intercediera, pero entonces fue ella la que no me cogió el teléfono. ¡Menuda mamarracha!

El caso es que he sido muy feliz en Berlín y estoy deseando volver. Espero que no pase mucho tiempo antes de que eso ocurra.

Os dejo la foto de un monumento.

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