Cualquier noche de éstas


Lo mismo que Lolo Ferrari, que una noche murió ahogada bajo el peso de sus propias tetas, cualquier noche de éstas se me cae encima la pila de libros de mi mesita y me quedo en la cama sepultado. Seguro que las malas lenguas piensan que en mi mesita únicamente figuran mis libros. Pues se equivocan. Se sorprenderían al descubrir la cantidad de autores distintos que duermen cada noche conmigo...

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