Ayer iba paseando por la calle cuando, de repente, me puse reflexivo. Me pasa a menudo. Sin comerlo ni beberlo, la cabeza se me llena de ideas que reclaman mi concentración absoluta. Hay veces en que me quedo embobado y soy incapaz de pensar con claridad. Pero, por fortuna, eso no me ocurre siempre.
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